Mis ojos se dirijieron involuntariamente a su rostro. No pude controlar mis párpados: se levantaron y mis pupilas se fijaron en el. Lo miré y obtuve de ello un intenso placer, un placer preciado aunque doloroso: de oro puro con una punta hiriente de acero. Un placer como le que siente un hombre moribundo por falta de agua, que sabe que el pozo al que se ha arrastrado es de aguas venenosasy , no obstante, se inclina para beber profundamente de ellas. Después de experimentar esa sensación, me di la vuelta y me fuí con el corazón en un puño y con la lágrima más dolorosa del mundo rajando mi moflete.
"la gramática del amor"
PD: El arte nunca viene
de la felicidas
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